Sufrimos porque hemos olvidado que tenemos un Plan. Que todo
lo que ocurre lo elegimos antes de encarnar de una forma cuidadosa, amorosa y
meticulosa.
Sufrimos porque hemos olvidado que nada ocurre al azar, que
nada es un error.
Sufrimos porque hemos olvidado que nuestro deber es vivir en
la humildad, reconociendo las enseñanzas de cada paso del camino.
Sufrimos porque hemos olvidado que aquello que nos impulsa
en cada encarnación es una búsqueda incansable del reencuentro con lo esencial,
con el Amor, con la Divinidad y la Luz.
En cada encarnación nos fuimos olvidando un poco mas de
aquel origen amoroso, sabio y eterno. Nuestra percepción de la realidad se
transformo en un circulo de miedo, desconfiados del propósito de la vida, nos
fuimos obstinando a dejarnos enganchar por la superficialidad de los instantes
cargados de emociones disonantes. Dejamos de ver, dejamos de oír, dejamos de
Amar. Guiados por esa desconfianza creada desde una desconexión superficial e
ilusoria de la Fuente.
Cual es la formula para volver al Origen? De volver a
sentir, de volver a creer, de volver a escuchar?
No la hay. No existe una formula, no existe un camino.
Porque todos los caminos y todas las formulas son vías de auto iluminación si
así lo elegimos. Jesús, Buda y muchos otros Maestros crearon sendas con sus
propios pies, impulsados por el propósito del corazón. Y eso no significa que
jamás hayan tenido miedo. Lo tuvieron, pero fue su valor para superarlo y para
confiar en la Luz y el Amor que brillaba en su corazón lo que les dio la fuerza
para crear un sendero de vuelta al hogar. Como podría existir una fórmula para alcanzar aquello que es
el origen mismo de tu existencia?
Quizá con el reconocimiento mismo de la
existencia de ese origen, cada uno de nosotros puede iniciar su propio sendero,
iluminar su propio camino y volver al origen en su propio tiempo y momento.
Sufrimos porque en algún momento dejamos de confiar en la
Luz que brilla dentro de nosotros. Sufrimos porque en algún momento elegimos entregar
nuestro poder.
Dejemos de entregar nuestro poder a las dudas, al temor, a
la desconfianza, a la falta de honestidad, a la manipulación. Y recobremos
nuestro propio sendero.
Escucha a tu propia voz en el silencio de tu Alma. Cierra
tus ojos y reconecta con tu propia esencia. Antes de preguntar y pedir ayuda a
otros, silencia tu voz y escucha a tu Alma. Porque todas tus respuestas están
ahí, esperando a recibir las preguntas.
Somos Bendecidos en Amor y Alegría, siempre.
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